Época:
Inicio: Año 476
Fin: Año 500

Antecedente:
Bajo Imperio



Comentario

La fecha del 476 es una mera referencia que alude a la desaparición de la institución del Imperator Populi Romani en Occidente. Esta había sufrido enormes quebrantos durante el último siglo del Imperio y, en los últimos años, había sido una designación puramente formal, cada vez con menos poder y menor control territorial.
En el 429, el Imperio occidental había perdido una parte del norte de Africa y, en el 455, toda la zona del Magreb. Desde comienzos del siglo V se fueron desgajando del Imperio amplias regiones de las Galias e Hispania. Britania se había perdido definitivamente en el 442, al igual que una gran parte de Panonia. Así, los últimos emperadores habían tenido casi como único campo de actuación Italia. Su desaparición había sido pues largamente anunciada.

El Imperio oriental continuó fundamentalmente porque, salvo los ataques de los hunos y ostrogodos en su parte europea, sus fronteras habían sufrido menos amenazas que las de Occidente. No obstante, esta calma se vio turbada por las constantes querellas religiosas e intrigas palaciegas, que a menudo estaban ligadas. La institución imperial siguió ejerciendo todas sus prerrogativas y, en general, tanto en Constantinopla como en Asia Menor; Egipto y Siria se mantuvieron con altos niveles de prosperidad.

Teodosio II ejerció su poder durante más de 40 años (408-450). Durante su reinado se promulgó el Código Teodosiano (438) y se creó la Universidad de Constantinopla. Los conflictos religiosos fueron una constante durante su reinado: su primera mujer, Pulcheria, seguía al nestorianismo, mientras que la segunda, Eudocia, apoyaba al patriarca de Constantinopla. Teodosio por su parte se declaraba monofisita en el 447. Los siguientes emperadores incorporaron necesariamente a sus funciones la liquidación o el incremento de una u otra facción religiosa. Hasta el advenimiento de Justiniano en el 527, el emperador Marciano (450-457) destacó como excelente administrador de las finanzas del Estado. León I (457-474), apoyando al monofisismo, recrudeció las controversias religiosas. Zenón (474-491) fue un emperador mediocre, pero Anastasio (491-518) llevó a cabo una reforma fiscal que propició un florecimiento económico en Oriente. También logró sofocar la revuelta de los Isáuricos.

Entonces ¿por qué sólo sucumbió la parte occidental del Imperio? Prácticamente todos los estudiosos coinciden en señalar tres causas esenciales que propiciaron la ruina del imperio occidental: las invasiones de los pueblos bárbaros, los problemas internos -la latente y enorme burocracia, el aplastante sistema fiscal y, especialmente, el régimen de patronato en los grandes dominios- y la influencia eclesiástica, que actuó más como factor de disensión interna a través de sus constantes divisiones que como elemento aglutinante. Al contrario que la religión romana tradicional, profundamente sincrética y mucho más flexible, la Iglesia Católica actuó con la misma intransigencia frente al paganismo que frente a las sectas surgidas en su seno.

De estas tres causas sólo la primera supuso en Oriente un elemento menos peligroso y más fácilmente controlable, mientras que las restantes actuaron de forma muy semejante en las dos partes del Imperio. Así, al margen de otras peculiaridades de carácter secundario, el factor clave que condujo a la desaparición del Imperio en Occidente, fue el de las oleadas de pueblos invasores. No obstante, conviene analizar más detenidamente las otras dos razones señaladas y sus repercusiones en Occidente puesto que éstas, al ser la situación política más débil, actuaron de un modo más específico y determinante que en el Imperio oriental.